La segunda ronda de la eliminatoria de Concacaf rumbo a Qatar 2022 se llevó a cabo con los partidos de vuelta de tres encuentros que definieron a los últimos tres invitados a la octagonal final.
El Salvador, Canadá y Panamá son las selecciones que avanzan a la siguiente fase, y a partir de septiembre empezarán a jugar contra México, Jamaica, Estados Unidos, Costa Rica y Honduras por los tres pases de la Confederación a la Copa Mundial.
Del otro lado, Curazao, Haití y San Cristóbal y Nieves no pudieron dar el paso que les faltaba para medirse por primera vez a los grandes del área.
Quizá el partido que tenía más en juego fue el duelo entre Curazao y Panamá, que fue el que abrió la jornada.
Curazao era el único local que partía con desventaja, tras perder 2-1 en Panamá, pero necesitaba solo un gol para llevarse la serie gracias a su gol como visitante.
Con el recuerdo de ya haber eliminado a otro centroamericano con Guatemala, los de la isla buscaron la victoria, aunque la primera parte fue pareja para ambos lados.
Ya en la segunda mitad, el árbitro marcó un tiro penal en contra de los locales, después de que juzgara que hubo una mano dentro del área.
El gol canalero, parecía ser el fin de Curazao, pero su arquero Eloy Room se vistió de héroe y atajó la pena máxima.
A partir de esa jugada, el público en la tribuna reaccionó, y también lo hizo la selección de Curazao que tuvo sus mejores momentos del partido.
Atacaron por todos lados a una selección panameña que aguantaba los embates, y tuvieron la mas clara al 82, cuando un peligrosos cabezazo de Anthony van den Hurk se estrelló en el travesaño.
Fallar ese gol pudo costarle el partido a los del Caribe, que mantuvieron la iniciativa, pero no volvieron a tener una tan clara.
De todas las selecciones que esperaban dar el salto, Curazao parecía ser la que más argumentos tenía.
Curiosamente, en agosto del 2000, corrieron a Remko Bicentini, quien les había dado sus mayores éxitos, haciéndolos campeones de la Copa del Caribe y llevándolos a tres Copas de Oro.
En su lugar, Curazao apostó por el experimentado Guus Hiddink, quien tenía que llevarlos al mundial, pero ni siquiera los acompañó a la banca, al caer enfermo de Covid.
Ahora Hiddink tiene como máxima aspiración verse bien en la Copa de Oro, y no aspira a un mundial hasta 2026, si es que no le da la espalda a Curazao, mientras que el despreciado Bicentini es parte del banquillo de Canadá, que sigue vivo rumbo al mundial.
Y es que fue precisamente Canadá el que enfrentó la otra serie que estaba por definirse.
La Hoja de Arce recibía a Haití, teniendo un triunfo por la mínima en el marcador global, pero habiendo sufrido contra unos caribeños que habían demostrado poder hacer mucho daño.
El encuentro fue muy parejo en la primera mitad, y los dos equipos se fueron a descansar con un 0-o en el marcador, pero volviendo a la cancha, los haitianos encontrarían a un enemigo en su propio plantel.
Inexplicablemente, y recibiendo un pase muy suavecito que solo tenía que despejar, el arquero se revolvió, dejó pasar el balón y ya desesperado lo pateó a su portería sin poder despejarlo.
Ese gol ponía a Haití contra las cuerdas, obligados a buscar dos goles, y les rompió todo el planteamiento de la segunda mitad.
Canadá no desaprovechó, y ya no tuvo mayores problemas para acabar de matar a los hatianos con goles de Cyle Larín al 74 y Junior Hoilett al 89. Fue una circunstancia cruel para un Haití que probablemente mereció más.
El encuentro final fue el de menos interés pues El Salvador ya había prácticamente definido la serie con el 4-0 que le metió a San Cristóbal y Nieves en la ida.
Sin esforzarse de más, los cuscatlecos podían manejar el partido e incluso permitirse errores (que nunca cometieron), mientras San Cristóbal nunca tuvo el futbol para siquiera soñar con una milagrosa remontada.
Cuando tuvieron oportunidades, El Salvador marcó para ganar por 2-0 sin humillar a sus rivales ni sufrir y sellaron un pase ya cantado.
Ya solo los gigantes de la zona buscan los pases al mundial.
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