De cara a una pendiente de más
de siete metros de inclinación, un grupo de ciclistas espera codo con codo el
momento de iniciar la carrera. Al escucharse la señal, enfrentaran el miedo de
dejarse caer, y bajan por la rampa buscando el impulso para separarse del grupo
desde el primer salto. Tanto la velocidad como la adrenalina son esenciales
para sortear un recorrido lleno de cerradas curvas, rampas y cuestas. Los
ganadores suelen terminar la carrera con tiempos de poco más de medio minuto,
pero cada uno de esos segundos está plagado de emoción.
Éste fue el escenario que
competidores de trece países enfrentaron el 11 de julio en el Centennial Park
de Toronto, cuando lucharon por una de las primeras medallas que se entregaron
en los Juegos Panamericanos en el ciclismo BMX, también llamado bicicross , uno
de los deportes más extremos dentro del calendario de la competición.
Entre los deportistas se
encontraba Christopher Mireles de Zapopan quien, con múltiples campeonatos
nacionales, es considerado el mejor exponente mexicano de la disciplina.
Christopher Mireles repite la
experiencia que ya tuvo en Guadalajara 2011 dentro del evento deportivo más
importante del continente americano. En aquella ocasión, ante el público de su
natal Jalisco, logró alcanzar la ronda semifinal en una cerrada lucha con el
chileno Isaías Zapata. Ahí, sólo 18 centésimas de segundo lo dejaron fuera de
la carrera por la medalla de oro.
Aquellos Panamericanos
llegaron cuando el ciclista tenía sólo 19 años, pero el ánimo por presentarse
ante su público ayudaron a su buen desempeño. El evento marcó el inicio de un
ciclo de cuatro años donde su preparación continuó con más fuerza, con un
objetivo final en mente, convertirse en el primer mexicano en la disciplina que
compite en unos Juegos Olímpicos, la meta es Brasil, en Río de Janeiro 2016.
El deseo de Mireles de llegar
al mayor evento deportivo que existe va más allá de su natural deseo por
destacar en su disciplina, y es que el ciclista es parte de una familia que,
por tres generaciones, ha destacado en el BMX. Su padre, Julio Mireles, fue uno
de los mejores exponentes del bicicross a nivel mundial en los años 90, y tras
retirarse continúa ligado a este deporte a través de su hijo. Compitiendo en
las olimpiadas Christopher volvería a colocar su apellido en la élite.
El camino no es fácil, y
Toronto 2015 lo demostró, pues a pesar de su experiencia y de logros recientes,
como el ser medallista en los Juegos Centroamericanos de 2014, no fue posible
mejorar su marca de Guadalajara.
La pista canadiense jugó una
mala pasada a México, pues además de que Christopher Mireles no pudo sortear
los cuartos de final en esta ocasión, su compatriota Alan Román, de Fresnillo,
no compitió tras romperse una clavícula en una mala caída. Una muestra de lo
arriesgado de un deporte donde el tener a ocho corredores doblando una curva al
unísono suele provocar aparatosos accidentes. En todo momento se requiere de
máxima concentración pues un ligero roce entre dos bicicletas es suficiente
para llevar al suelo a cualquiera,
dejándolo fuera de la competencia.
Después de desarrollarse como
deporte en los años 70, inspirado por el motocross, el BMX ganó popularidad
rápidamente. Pero no fue hasta 2008 cuando el COI lo aceptó como parte del
programa olímpico. En las dos ocasiones en que se han entregado medallas México
no ha logrado estar presente en la competencia, y aunque los resultados en
panamericanos parecen ser un duro golpe en las aspiraciones nacionales de cara
a Río, en realidad se trata de una competencia más para acumular puntos en el
ranking mundial, cuyos mejores representantes al cierre del año serán los
invitados a la olimpiada.
De aquí a esa fecha, el esfuerzo, la experiencia y la tradición pasada
de padre a hijo seguirán siendo las que den fuerza a Christopher Mireles en
cada competencia para alcanzar el que ha descrito como su más grande sueño.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.