miércoles, 5 de agosto de 2015

El BMX Mexicano rumbo a Río

Artículo escrito originalmente para la revista virtual Querido México



De cara a una pendiente de más de siete metros de inclinación, un grupo de ciclistas espera codo con codo el momento de iniciar la carrera. Al escucharse la señal, enfrentaran el miedo de dejarse caer, y bajan por la rampa buscando el impulso para separarse del grupo desde el primer salto. Tanto la velocidad como la adrenalina son esenciales para sortear un recorrido lleno de cerradas curvas, rampas y cuestas. Los ganadores suelen terminar la carrera con tiempos de poco más de medio minuto, pero cada uno de esos segundos está plagado de emoción.
Éste fue el escenario que competidores de trece países enfrentaron el 11 de julio en el Centennial Park de Toronto, cuando lucharon por una de las primeras medallas que se entregaron en los Juegos Panamericanos en el ciclismo BMX, también llamado bicicross , uno de los deportes más extremos dentro del calendario de la competición.
Entre los deportistas se encontraba Christopher Mireles de Zapopan quien, con múltiples campeonatos nacionales, es considerado el mejor exponente mexicano de la disciplina.
Christopher Mireles repite la experiencia que ya tuvo en Guadalajara 2011 dentro del evento deportivo más importante del continente americano. En aquella ocasión, ante el público de su natal Jalisco, logró alcanzar la ronda semifinal en una cerrada lucha con el chileno Isaías Zapata. Ahí, sólo 18 centésimas de segundo lo dejaron fuera de la carrera por la medalla de oro.
Aquellos Panamericanos llegaron cuando el ciclista tenía sólo 19 años, pero el ánimo por presentarse ante su público ayudaron a su buen desempeño. El evento marcó el inicio de un ciclo de cuatro años donde su preparación continuó con más fuerza, con un objetivo final en mente, convertirse en el primer mexicano en la disciplina que compite en unos Juegos Olímpicos, la meta es Brasil, en Río de Janeiro 2016.
El deseo de Mireles de llegar al mayor evento deportivo que existe va más allá de su natural deseo por destacar en su disciplina, y es que el ciclista es parte de una familia que, por tres generaciones, ha destacado en el BMX. Su padre, Julio Mireles, fue uno de los mejores exponentes del bicicross a nivel mundial en los años 90, y tras retirarse continúa ligado a este deporte a través de su hijo. Compitiendo en las olimpiadas Christopher volvería a colocar su apellido en la élite.
El camino no es fácil, y Toronto 2015 lo demostró, pues a pesar de su experiencia y de logros recientes, como el ser medallista en los Juegos Centroamericanos de 2014, no fue posible mejorar su marca de Guadalajara.
La pista canadiense jugó una mala pasada a México, pues además de que Christopher Mireles no pudo sortear los cuartos de final en esta ocasión, su compatriota Alan Román, de Fresnillo, no compitió tras romperse una clavícula en una mala caída. Una muestra de lo arriesgado de un deporte donde el tener a ocho corredores doblando una curva al unísono suele provocar aparatosos accidentes. En todo momento se requiere de máxima concentración pues un ligero roce entre dos bicicletas es suficiente para llevar al suelo  a cualquiera, dejándolo fuera de la competencia.
Después de desarrollarse como deporte en los años 70, inspirado por el motocross, el BMX ganó popularidad rápidamente. Pero no fue hasta 2008 cuando el COI lo aceptó como parte del programa olímpico. En las dos ocasiones en que se han entregado medallas México no ha logrado estar presente en la competencia, y aunque los resultados en panamericanos parecen ser un duro golpe en las aspiraciones nacionales de cara a Río, en realidad se trata de una competencia más para acumular puntos en el ranking mundial, cuyos mejores representantes al cierre del año serán los invitados a la olimpiada.

De aquí a esa fecha, el esfuerzo, la experiencia y la tradición pasada de padre a hijo seguirán siendo las que den fuerza a Christopher Mireles en cada competencia para alcanzar el que ha descrito como su más grande sueño.

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